Los Lakers se hunden ante los Suns y Redick estalla contra la falta de esfuerzo defensivo
Los Angeles Lakers han sufrido un duro revés en su visita a Phoenix, encajando una derrota abultada por 132-108 que marca su segunda caída consecutiva, un hecho inédito en lo que va de temporada. El conjunto angelino, que hasta ahora había evitado las rachas negativas, se vio completamente superado el martes por unos Suns que no tuvieron piedad, evidenciando graves carencias en la retaguardia de los de púrpura y oro. Lo que comenzó como un intercambio de golpes, acabó convirtiéndose en un monólogo de los locales, dejando al descubierto la fragilidad de un equipo que, pese a su récord, muestra señales preocupantes.
Un regreso agridulce y debilidad en la zona
La noche tuvo una de sus pocas notas positivas en la reaparición de Austin Reaves. Tras perderse tres encuentros por una distensión en el gemelo izquierdo, el escolta volvió a la acción saliendo desde el banquillo con restricción de minutos. Reaves aportó 17 puntos en 22 minutos, incluido un tiro sobre la bocina al final del tercer cuarto, pero su esfuerzo individual quedó eclipsado por el naufragio colectivo en defensa. Los Lakers permitieron que Phoenix lanzara con un 58,8% de efectividad en tiros de campo, concediendo además la friolera de 62 puntos en la pintura.
El encuentro comenzó con cierto ritmo para los angelinos, que lograron una rápida ventaja de cinco puntos gracias a Jake LaRavia, aunque Dillon Brooks respondió de inmediato para los locales. Deandre Ayton impuso su ley bajo los aros desde el inicio, sumando seis puntos y cuatro rebotes rápidamente. A pesar de los problemas para proteger la zona —los Suns anotaron 16 de sus primeros 23 puntos en el interior—, el primer cuarto se mantuvo reñido, cerrándose con una diferencia mínima de dos puntos a favor de Phoenix.
Sin embargo, la brecha comenzó a abrirse antes del descanso. La ofensiva de los Lakers se atascó al inicio del segundo periodo, momento que los de Arizona aprovecharon para estirar la ventaja a ocho puntos con un 62% de acierto en el tiro. Aunque LeBron James y Marcus Smart intentaron recortar distancias combinándose para siete puntos, y Reaves comenzó a entrar en calor, el perímetro de los Suns castigó sin cesar. Royce O’Neale y Jordan Goodwin anotaron triples cruciales que elevaron la diferencia a los dobles dígitos. Al llegar al intermedio, los Lakers ya perdían por diez, lastrados también por un pobre 57% desde la línea de tiros libres.
El colapso tras el descanso
El tercer cuarto fue, sin duda, la sentencia del partido. Los Suns salieron del vestuario con una intensidad que los Lakers no pudieron, o no quisieron, igualar. Un triple de O’Neale y una jugada de tres puntos de Mark Williams dispararon la ventaja a 18 tantos, obligando al banquillo angelino a pedir tiempo muerto. De nada sirvió. La defensa visitante hizo aguas, permitiendo un parcial demoledor de 45-29 en ese periodo, en el que Phoenix lanzó con un asombroso 72,7% de acierto.
La imagen del equipo fue desoladora: faltos de energía y sin garra defensiva, los Lakers fueron arrollados. Dillon Brooks lideró la ofensiva rival con 23 puntos, mientras que en el otro lado de la cancha, la frustración era palpable. Pese a una tímida reacción ofensiva al final del cuarto, los angelinos encararon los últimos doce minutos con una desventaja insalvable de 26 puntos.
La contundencia de JJ Redick
Tras el pitido final, la atención se centró en la sala de prensa, donde JJ Redick no se mordió la lengua. Al ser preguntado si su plantilla cuenta con suficientes jugadores mentalizados para competir con esfuerzo y físico cada noche, la respuesta del entrenador fue un rotundo y seco: “No”.
Redick se mostró visiblemente molesto, no tanto por la derrota, sino por la actitud de sus pupilos. “Ensayamos esto lo suficiente. Lo revisamos lo suficiente. Vemos suficientes vídeos sobre esto”, explicó el técnico sobre los principios defensivos del equipo. “Para mí, todo se reduce a tomar la decisión. Es una elección. Puedes tomar atajos o puedes hacer lo difícil, hacer el segundo esfuerzo, esprintar hacia atrás… o no hacerlo. Es simplemente una elección”.
El entrenador subrayó que, aunque es imposible acertar en cada decisión durante un partido, la clave para tener opciones de victoria reside en acertar la gran mayoría de ellas, algo que su equipo no hizo en Phoenix.
Preocupación pese a la clasificación
Esta derrota supone la tercera en los últimos cinco partidos para unos Lakers que, aunque marchan con un respetable balance de 19-9 y ocupan el cuarto puesto en la Conferencia Oeste, presentan un diferencial de puntos acumulado de solo +8 en 28 encuentros. La defensa, que había mejorado en la segunda mitad de la temporada pasada, ha sufrido un retroceso alarmante, cayendo al puesto 24 en el ranking de eficiencia defensiva de la liga.
A los problemas de juego se suma la enfermería. Los Lakers afrontaron el choque sin dos titulares: Luka Doncic, con una contusión en el gemelo izquierdo, y Rui Hachimura, con molestias en la ingle derecha. Ambos son duda para el esperado duelo del día de Navidad contra los Houston Rockets. Pese a que la salud ha sido un desafío constante —LeBron se perdió los primeros 14 partidos por ciática—, tanto James como Reaves rechazaron usar las bajas como excusa.
“Tienen que ser cinco tipos unidos como una cuerda”, reiteró LeBron James, quien lideró al equipo con 23 puntos y seis asistencias. Reaves secundó a su líder, insistiendo en que la concentración debe ser total en cada posesión. Por su parte, Marcus Smart, fichado precisamente para aportar carácter defensivo, fue incluso más tajante que su entrenador en su valoración postpartido, dejando claro que el vestuario es consciente de la urgencia de cambiar la dinámica antes de que sea demasiado tarde.
El renacer de Emma Raducanu: del vértigo del éxito prematuro a la consolidación en 2026
La carrera de Emma Raducanu comenzó desafiando toda lógica deportiva, como si hubiera decidido empezar la casa por el tejado. En el US Open de 2021, siendo apenas la número 150 del mundo y con solo 18 años, la británica hizo historia al convertirse en la primera tenista en levantar un Grand Slam partiendo desde la fase previa. Sin embargo, aquel hito, más que una consagración, supuso el inicio de un aprendizaje forzoso bajo los focos. Lejos de seguir el curso natural de una promesa que quema etapas progresivamente, Raducanu se encontró en la cima sin haber cimentado su juego, lo que derivó en una temporada posterior decepcionante en la que no logró superar la segunda ronda en ningún grande.
La liberación de la caída
Aquella presión por defender un título que había ganado casi por accidente se convirtió en una losa. Durante su etapa más crítica, Raducanu admitió sentirse atrapada en una crisis de identidad tenística, oscilando sin rumbo entre un juego defensivo y otro ofensivo, incapaz de encontrar el equilibrio. La derrota ante Alizé Cornet en Flushing Meadows al año siguiente, que implicó un desplome en el ranking WTA del puesto 11 a más allá del 80, fue paradójicamente su salvación. Lejos de hundirse anímicamente, la tenista confesó sentir una profunda liberación al ver desaparecer la diana que cargaba en su espalda. Perder le permitió hacer borrón y cuenta nueva, dejando de ser la rival a batir para convertirse, de nuevo, en una aspirante con todo el camino por recorrer.
Recuperación de sensaciones en 2025
Ahora, a las puertas de la temporada 2026 y con 23 años, el panorama es radicalmente distinto. Raducanu parece haber dejado atrás la inestabilidad crónica para entrar en una fase de madurez deportiva. Tras un 2025 en el que logró disputar los cuatro Grand Slams por primera vez desde 2022, la británica ha protagonizado un notable ascenso en la clasificación mundial, escalando desde la posición 61 que ocupaba en marzo hasta asentarse en el número 29. Su rendimiento ha ganado en consistencia, alcanzando la tercera ronda en Wimbledon, los cuartos de final en el Abierto de Miami y las semifinales en Washington, resultados que evidencian una recuperación sólida de su nivel competitivo.
Optimismo pese a los contratiempos físicos
El tramo final del año, no obstante, no ha estado exento de dificultades. Diversos problemas en el pie y la espalda, sumados a una enfermedad durante la gira asiática, la mantuvieron alejada de las pistas desde el torneo de Wuhan a principios de octubre. Pese a este parón forzoso, Raducanu ha querido disipar dudas en unas recientes declaraciones a la BBC, asegurando encontrarse en un buen momento tanto dentro como fuera de la pista. Con la mirada puesta en el Abierto de Australia del próximo mes, su objetivo es claro: alcanzar la segunda semana del torneo y confirmar que, tras el caos del éxito repentino, finalmente ha encontrado su lugar en la élite del tenis.