El renacer de Emma Raducanu: del vértigo del éxito prematuro a la consolidación en 2026
La carrera de Emma Raducanu comenzó desafiando toda lógica deportiva, como si hubiera decidido empezar la casa por el tejado. En el US Open de 2021, siendo apenas la número 150 del mundo y con solo 18 años, la británica hizo historia al convertirse en la primera tenista en levantar un Grand Slam partiendo desde la fase previa. Sin embargo, aquel hito, más que una consagración, supuso el inicio de un aprendizaje forzoso bajo los focos. Lejos de seguir el curso natural de una promesa que quema etapas progresivamente, Raducanu se encontró en la cima sin haber cimentado su juego, lo que derivó en una temporada posterior decepcionante en la que no logró superar la segunda ronda en ningún grande.
La liberación de la caída
Aquella presión por defender un título que había ganado casi por accidente se convirtió en una losa. Durante su etapa más crítica, Raducanu admitió sentirse atrapada en una crisis de identidad tenística, oscilando sin rumbo entre un juego defensivo y otro ofensivo, incapaz de encontrar el equilibrio. La derrota ante Alizé Cornet en Flushing Meadows al año siguiente, que implicó un desplome en el ranking WTA del puesto 11 a más allá del 80, fue paradójicamente su salvación. Lejos de hundirse anímicamente, la tenista confesó sentir una profunda liberación al ver desaparecer la diana que cargaba en su espalda. Perder le permitió hacer borrón y cuenta nueva, dejando de ser la rival a batir para convertirse, de nuevo, en una aspirante con todo el camino por recorrer.
Recuperación de sensaciones en 2025
Ahora, a las puertas de la temporada 2026 y con 23 años, el panorama es radicalmente distinto. Raducanu parece haber dejado atrás la inestabilidad crónica para entrar en una fase de madurez deportiva. Tras un 2025 en el que logró disputar los cuatro Grand Slams por primera vez desde 2022, la británica ha protagonizado un notable ascenso en la clasificación mundial, escalando desde la posición 61 que ocupaba en marzo hasta asentarse en el número 29. Su rendimiento ha ganado en consistencia, alcanzando la tercera ronda en Wimbledon, los cuartos de final en el Abierto de Miami y las semifinales en Washington, resultados que evidencian una recuperación sólida de su nivel competitivo.
Optimismo pese a los contratiempos físicos
El tramo final del año, no obstante, no ha estado exento de dificultades. Diversos problemas en el pie y la espalda, sumados a una enfermedad durante la gira asiática, la mantuvieron alejada de las pistas desde el torneo de Wuhan a principios de octubre. Pese a este parón forzoso, Raducanu ha querido disipar dudas en unas recientes declaraciones a la BBC, asegurando encontrarse en un buen momento tanto dentro como fuera de la pista. Con la mirada puesta en el Abierto de Australia del próximo mes, su objetivo es claro: alcanzar la segunda semana del torneo y confirmar que, tras el caos del éxito repentino, finalmente ha encontrado su lugar en la élite del tenis.