UNA SOCIUNA SOCI
AL RUNNER es el espacio de Loles Sancho* donde os va a ir contando todo lo que le aporta el running en su día a día. Será un espacio en el que os hable de motivación, esfuerzo, proyectos, espíritu de superación, lucha, éxitos y fracasos. Porque como dice Loles: “Siempre hay un motivo por el que empezar o dejar algo, lo importante es saber qué es lo que nos mueve a hacerlo”.
El pasado sábado corrí una de las carreras ineludibles en mi calendario, la Volta a Peu de Canet d´en Berenguer. Esta es la séptima prueba del Circuito de Carreras Populares de la Diputación de Valencia. Como todos los años, mis nervios comenzaron a aflorar a primera hora de la mañana. Para mí es una responsabilidad y una gran emoción correr en casa y, en ocasiones, me resulta difícil controlar.
El sábado iba dispuesta a probarme, pues hacía meses (exactamente desde enero de este año) que no conseguía reencontrarme con las buenas sensaciones en carrera. Durante estos meses se han ido desencadenando una serie de acontecimientos que me impedían poder competir en óptimas condiciones. El sábado tenía que ser mi día, ya que los entrenes de las últimas dos semanas así lo indicaban, y mis ganas y motivación me iban llevando a ello.
Tomé la salida convencida de que podía hacer la prueba a un ritmo de 4.40 min/km pero con dudas de poder hacerla más rápida. Así pues, ese era mi objetivo, tratar de hacerla a 4.40 y ser consciente durante toda la prueba de cuál era mi límite.
Empiezo la carrera y traté de no dejarme llevar por la gente, algo que nos suele pasar a muchos corredores populares, que se nos van las piernas porque llevamos las reservas de adrenalina hasta los topes. El primer kilómetro lo pasé más rápido de lo previsto, a menos de 4.30, pero me encontraba bien. A partir de entonces, me centré en mí, en mi respiración y en mis piernas y fui controlando sensaciones. A los 10 minutos de carrera conseguí situarme en ese punto en el que sientes que vas forzada pero eres consciente de que puedes seguir ahí durante muchos más kilómetros, y ahí traté de quedarme.
Me encanta esa sensación en carrera, correr en ese punto que sientes que vas forzada pero que sabes que no vas a empezar a ir agónica a no ser que aceleres dos segundos el ritmo por kilómetro. Un punto que me ha costado mucho aprender a gestionar pero con la ayuda de mi entrenador he conseguido descubrir y controlar.
Las pequeñas modificaciones en el recorrido, con respecto a ediciones anteriores, a mí personalmente me favorecieron, sobre todo a nivel psicológico. Este factor es para mí vital a la hora de afrontar una prueba. No sé si a vosotros os pasa. El hecho de no tener todo el paseo marítimo pisando sobre adoquín y recorrer el polígono industrial en dirección norte, me dieron un plus de motivación y fuerza.
Fue en el kilómetro ocho y medio donde realmente comencé a flaquear debido a la subida desde la playa hacia el pueblo, con el sol de cara, y al cansancio acumulado. En ese momento comencé a pensar en las veces que yo había pisado ese terreno durante el año, en los días de frío, lluvia y viento… Desde allí ya se oía la megafonía de meta. Ya la estada casi tocando, no podía venirme abajo y no lo hice. Al contrario, remonté y poco a poco fui acelerando, ansiaba llegar a los últimos metros de carrera y ver a todos mis vecinos y amigos. Pensarlo me hacía poner la piel de gallina, y en esta ocasión aún más porque este año estarían mis padres esperándome.
Mis oídos comenzaron a ensordecer a falta de 300 metros. Sólo veía a la gente, un murmullo agitaba mi mente, ya no había cansancio, sólo fuerza y emoción. ¡Qué momento tan especial! Mi madre aplaudiendo orgullosa de mí me esperaba a 150 metros de la meta. Yo sonreí al verla, levante las manos y le dije “Te quiero. Gracias por estar aquí”, con la mirada.
Dí la vuelta a la última rotonda y al enfilar dirección a meta, vi el arco de 42K Running previo al de meta, lo rebasé con más fuerza que nunca. Mis vecinos y amigos me gritaban, yo sonreía y notaba que las piernas me iban solas y cada vez más rápidas. Aceleraba mi ritmo y no me daba cuenta, sólo trataba de disfrutar del momento, que no quería que terminase nunca.
Al cruzar el arco de meta y detenerme me di cuenta de que me había vaciado. Llegué exhausta y “seca”, pero muy contenta y satisfecha con el resultado. Fueron 46 minutos de disfrute, emoción y recompensa.
Soy Loles Sancho, consultora de Marketing Online, formadora, corredora popular, blogger, emprendedora en aitanaStar.com y autora del libro SOS Mi Hija es sorda. Pero por encima de todo eso, soy una madre que lucha día a día para ayudar a su hija a reducir las barreras de su discapacidad. Podéis seguirme en Twitter @lolessancho.