UNA SOCIAL RUNNER es el espacio de Loles Sancho* donde os va a ir contando todo lo que le aporta el running en su día a día. Será un espacio en el que os hable de motivación, esfuerzo, proyectos, espíritu de superación, lucha, éxitos y fracasos. Porque como dice Loles: “Siempre hay un motivo por el que empezar o dejar algo, lo importante es saber qué es lo que nos mueve a hacerlo”.
Lo que viví el pasado domingo en la Media Maratón de Sagunto fue, para mí, una lección de coraje y superación en toda regla. Mi objetivo para esta prueba era bajar de 1.40h, objetivo no cumplido, pues me quedé en 1.41h, pero que me sabe a gloria por las circunstancias.
Comienza la carrera y ya en el primer kilómetro siento que algo no va bien. Mi compañero Paco, con el que se supone que iba a hacer la carrera a 4.40 me dice que nota que algo no va bien en mi respiración y asiento diciéndole que no me espere, que no me encuentro bien. Desde que escucho el primer pitido de mi gps, a mi paso por el km 1 empieza a entrarme una sensación de fatiga tal, que siento que ya llevo media carrera recorrida. El flato aparece, mi congestión nasal me hace respirar por la boca el aire gélido que a esas horas nos acompaña a todos los corredores que tomamos la salida.
Trato de relajarme y de controlar el ritmo, me cuesta seguir a 4.40 pero lo intento. Siento que no voy a poder cumplir mi objetivo porque mi cuerpo no responde y en el km 6 me dan ganas de pasarme al carril de la carrera de 8k, que se disputaba en paralelo, para retirarme en el km 8, pero mi espíritu de lucha hace que me mantenga donde estoy. Llego al km 8 a una media 4.40, lo que significa que estoy en carrera, pero con malas sensaciones. El flato va cambiando de posición: a la altura del pubis, sube a la cintura, sigue subiendo hasta el hombro. ¿Habéis tenido alguna vez flato a la altura del hombro? Es horrible, para mí, de los peores.
En el km 8 comienza la primera subida, siento que me voy frenando sin querer pero es inevitable. Sigo peleando hasta el 11k, sigo a ritmo medio de 4.42 y pienso que estoy en carrera, que todavía puedo, pero mi corazón sabía que no era el día.
Del km 12 al 15 no dejo de mirar al duelo, apretar los dientes y de desear que acabe la subida. Esta es la parte más dura de la carrera, son 3 kilómetros de subida que acaban en unos 300-400 m de “pared”. Cuando llego al km 15 tan deseado, porque a partir de ahí es bajada hasta meta, deseo pararme y retirarme, no aguanto más esas malas sensaciones, ese flato, esa pesadez.
Este fue un momento clave, uno de esos momentos en los que debes tomar una decisión rápida y es un momento en el que tus resultados penden de un hilo. Situaciones muy parecidas que vivimos a nivel laboral o personal, esos momentos cruciales en los que tu mente debe pensar con claridad para tomar la decisión adecuada. Yo, en mi caso, decido continuar, aun sabiendo que mi objetivo de bajar de 1.40h no se cumple pero que puedo hacer Mejor Marca Personal. Dos kilómetros más y en el 17 deseo pararme porque no me siento dueña de mi cuerpo, pero no quiero, ya da igual el 1.40h. Pienso que estoy en un momento complicado y que si consigo gestionarlo adecuadamente será una gran lección, que seguro me aportará algo positivo en mi vida, como todos los momentos complicados por los que he pasado. De todos ellos, siempre he sacado algo positivo, todos ellos, en mayor o menos medida, me han reforzado y no quiero dejar pasar esta oportunidad, así que continúo.
En el kilómetro 19, otra vez, quiero pararme, pero aquí no dudo un ápice, continuo la marcha. Me adelantan los corredores que llevan kilómetros a mi lado, mi ritmo va disminuyendo poco a poco, el pulso sube, estoy agotada, vacía.
En el último kilómetro trato de mantener ritmo, me cuesta muchísimo, ¿cómo es posible que el flato siga en mi cuerpo? ¡Por favor, necesitaba una tregua, aunque fuera para entrar en meta!
Siento algo raro en mi mandíbula, una sensación como si estuviera dormida, y me asusto un poco, pero ya solo quedan 300m. El alboroto próximo a meta, timbales, gritos de ánimo…todo ello hace que mis oídos ensordezcan, como siempre me suele pasar, y veo la meta, veo el 1.40, veo como se aproxima a 1.41 y paso en ese mismo momento.
Al acabar, voy a ver a mi familia, me dirijo a mi marido y no puedo hablar, tengo la boca congelada. La siento como cuando sales del dentista y vas anestesiado. Una sensación muy desagradable. A los pocos minutos vuelve en sí ¡menos mal!
Hago valoración y estoy muy contenta. Ha sido una gran lección de superación, coraje, de lucha, y he mejorado en casi 5 minutos mi marca respecto al año pasado en esa misma prueba. Mi MMP en Media Maratón.
Soy Loles Sancho corredora popular del CD Camp de Morvedre y Social Media de 42k Running. Me apasiona el deporte desde hace muchos años, trabajo como freelance en Marketing y Comunicación Online, soy formadora, ponente y bloguera. También estoy trabajando para lanzar una startup y escribiendo un libro. Pero por encima de todo eso, soy una madre que lucha día a día para ayudar a su hija a reducir las barreras de su discapacidad. Me puedes encontrar en @lolessancho o LinkedIn.