Algunos días después de la primera edición de la Spartan Race en Paterna / Valencia, recogemos las impresiones en primera persona de la nutricionista Laura Chaparro (@LauraChaparro), una de de las muchas deportistas que apostó por disfrutar de la experiencia espartana. La nutricionista y triatleta cambiando las transiciones y la bici por el barro, los obstáculos y los burpees.
«¿Laura, quieres hacer la Spartan Race de Valencia? Tengo una inscripción para ti» Esa fue la pregunta detonante de Rosa del Toro (@rosadeltoro) mientras almorzábamos un par de semanas antes de la Spartan Race. Mi cara de emoción confirmó mi respuesta y en seguida le dije ¡¡SÍ, SÍ, SÍ!!
Así que el pasado sábado, 28 de noviembre a las 9:30h ya estaba en el campo de batalla situado en Paterna. El sarao que estaba montado estaba guapo guapo y currado. Esperé a varios de los integrantes de mi club XTEAM que por suerte también participaban pues creo que hacer esta carrera en grupo es clave para divertirte.
Recogimos inscripciones haciendo cola, nos pusimos ropa para la batalla, cinta en la cabeza, café con leche, caras pintadas y sí, ahora sí estábamos listos. Nos dirigimos a las 11:00h a la salida pues salíamos en la tanda de las 11:15h. El sol pegaba bien y estando en noviembre y en pantalón corto se agradecía enormemente el super día que nos salió.
Nada más comenzar ya tenías que saltar una pared de madera para acceder a la salida de la carrera.
Calentamiento dirigido con super motivación. «¿Espartanos, cuál es nuestro oficio? ¡AU, AU, AU!» Chillidos y aplusos se escuchaban. Cuenta atrás y salimos de pachanga a trotar. Risas y a los tres pasos ya estábamos de barro hasta las rodillas. No pasaron ni 5 minutos de carrera para meternos en un «hoyo» lleno de barro, de barro más que frío. «Nos os preocupéis» decían, «hasta mitad de carrera no iréis mojados de barro» decían, «que estamos en noviembre» decían… pero sí, nos reímos y no nos importó.
Subidas y bajadas de trail, ayudándote con cuerdas, saltando troncos de árboles que te encontrabas en el camino y que dudo que estuviesen puestos a propósito, prueba de equilibrio pasando troncos sin apoyar los pies en tierra. Un intento o… 30 burpees! Todo se resumía así. Un intento y si no pasabas el obstáculo 30 burpees. De eso iba el tema. ¿Si vas en equipo? Puedes repartir burpees entre los compañeros (nosotros fuimos majos e íbamos repartiéndonos si a alguien le tocaba, como buen equipo).
Al poco ya llegaron las pruebas de llevar sacos de arena, cubos de graba, arrastrar ruedas, voltear ruedas, arrastrar una especie de carretillas, pasar paredes altas de madera bien por encima o por abajo, arrastrar una especie de lingote que para lo poco que ocupaba no veas como pesaba, llevar una cadena sobre los hombros, llevar una bola de piedra hacer 5 burpees y devolverla, pasar las barras cual mono de la jungla, pinchar una lanza en un monigote de paja (esta no la conseguí ninguna de la dos veces por lo que me tocaron burpees) y así iba pasando la mañana…
Arrastrarse sobre un barro espesísimo lleno de piedras (mis rodillas y codos lo demuestran) para que la alambrada que tenías por encima no te pinchara el culete, por lo que no quedaba otro remedio que arrastrarse cuál militar en la guerra o hacer la croqueta. No, no te rías que hacer la croqueta llevaba toda su técnica porque yo no sé porqué me iba en diagonal y además mareaba de la leche por lo que debías ser un experto. No sé que distancia tenía este obstáculo pero me pareció largo largo. Mis rodillas me preguntaban «¿cuánto queda? ¿Hemos llegado ya?» Y si levantabas la cabeza para ver el tramo que quedaba «plin» pelo enganchado en la alambrada.
Saltamos a pies juntos entre ruedas y ruedas, saltamos capós de coches y… ahí estaba. LA CUERDA con su pequeña campana. La prueba que temía porque nunca en la vida la había hecho, nunca había tenido la oportunidad de subir a una cuerda por lo que no sabía que iba a pasar. Muchos y muchas se iban directamente a hacer burpees pero yo lo quería intentar. Yo quería saber qué esfuerzo implicaba, quería saber que al menos lo había intentado y si no la opción de los burpees siempre estaba ahí. Hice fuerza, me concentré, no había prisa y la campana sonó. Que bonito sonido. ¡Conseguido! No costó tanto, solo con paciencia y concentración se consigue. Bajar tampoco fue fácil ya que si te deslizas te quemas las manos, así que requiere seguir haciendo fuerza para ir bajando poco a poco hasta que al final puedes pegar un salto.
Nos metimos en piscinas de barro de la cual luego tenías que salir (ayudándote de los brazos y piernas y todo lo que tuvieses, claro está) para después meterte en otra más, salir y meterte en otra más, salir y correr…
También hubo una prueba super curiosa en la que debías recordar un código de 7 cifras y una palabra según terminara el número del dorsal para después continuar con más pruebas por el camino y un tramo más largo de carrera a pie con menos obstáculos. De repente «prueba de memoria» debías decirle a los jueces el código y la palabra para poder continuar y si no ya sabes lo que tocaba ¿no? ¡Exacto! 30 burpees, pero pasé la prueba ya que me había aprendido el código haciéndome una cancioncilla que no paraba de repetir constantemente hasta que tuve que citarlos. De hecho en este tramo prácticamente iba todo el mundo en silencio, seguro que íbamos todos con nuestros números en la cabeza y no queríamos saber nada más de nadie.
No costó mucho más llegar a meta, últimos obstáculos donde ya había público animándote, amigos haciendo fotos, sonrisas viendo la meta y por fin ¡salto a las ascuas y llegada a meta!
Como recomendación para futuras ediciones sería dar la opción de asearte, al menos, un poco. Había uno o dos tios que te mojaban con una manguera al aire libre y de esta manera te podías «limpiar». Pero teniendo en cuenta que la prueba se disputaba a finales de noviembre y que por lo tanto puede hacer frío creo que no había sido una buena idea por mucho que los espartanos se ducharan con agua fría. Montar un par de carpas (chicos-chicas) donde al menos poder cambiarte de ropa (el barro ya se había secado) hubiese sido una buena idea para poder volver a casa y no llenar el coche de barro.
Aún así la experiencia como carrera me encantó, aunque pueda parecer cara a los deportistas.
Como resumen diría que es una prueba que te da la posibilidad de pegarte fuego o bien de disfrutar con compañeros, reírte, correr y al fin y al cabo hacer una prueba diferente que te permite disfrutar del deporte de otra manera.
Es una prueba que mola porque necesitas un poco de todo. Es decir, correr y mover tu peso con cierta facilidad puesto que hay pruebas en la que la fuerza en brazos (por ejemplo) es clave. De normal el tronco inferior lo tenemos más desarrollado y más si la mayoría de personas que participan son corredores pero se necesita trabajar tronco superior para poder pasar muchos obstáculos que requieren fuerza y también agilidad.
Superar obstáculos siempre mola y da subidón. ¡Lista para otro objetivo! ¡Otra meta!